La semana pasada el sitio WIKILEAKS hizo públicos decenas de miles de documentos «secretos» del gobierno norteamericano sobre la Guerra de Afganistan.
Esos documentos revelaban algo que era una suposición persistente en medio de esta guerra que ya dura 6 años, iniciada por el anterior presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y continuada por el actual gobierno encabezado por Barack Obama, quien había prometido en su campaña electoral salir de Afganistan, y que no ha hecho más que agudizar mediante el aumento de tropas y presupuesto dedicado a la ocupación norteamericana en aquel país del Asia central, la suposición de la existencia de terribles crímenes de guerra llevados a cabo por parte de la potencia militar más grande del planeta.
La reacción del gobierno de Obama fue lamentar la filtración, «rogar» a Wikileaks para que deje de publicar los diarios de guerra secretos, y poner en marcha una investigación destinada no a obtener la verdad sobre los crímenes de guerra revelados por los documentos secretos, sino a investigar cómo se filtraron, alcanzando a recolectar rápidamente «pruebas concretas» para poner en arresto al soldado Bradley Manning acusado de ser el culpable de la filtración.
El Departamento de Defensa de Estados Unidos acusó a Wikileaks de poner en riesgo la vida de los soldados norteamericanos en Afganistán al revelar sus crímenes. Estableciendo una interesante distinción entre vidas que no merecen ninguna atención ni protección (la de civiles afganos) y vidas que deben protegerse más allá de responsabilidades criminales (las de militares norteamericanos), omitiendo toda investigación sobre «la matanza de miles de niños y adultos en Irak y Afganistán» denunciada por los documentos filtrados.
Lo llamativo es que la tapa del semanario más popular de los Estados Unidos no haga ninguna alusión al escándalo generado por las revelaciones de crímenes de guerra que muestran los documentos publicados, sino que por el contrario, se dedique a justificar la ocupación norteamericana de Afganistan poniendo como premisa las terribles consecuencias que tendría sobre ese país un eventual retiro de las tropas estadounidenses, por ejemplo con el maltrato que reciben las mujeres afganas que no siguen los preceptos culturales y religiosos tradicionales.
En julio de 1971 un hecho similar sacudió los cimientos del gobierno norteamericano embarcado en plena guerra de Vietnam, cuando se produjo la filtración a la prensa de una serie de documentos secretos del Pentágono que revelaron las políticas militares de Estados Unidos en el sudeste asiático, incluyendo crimenes de civiles norvietnamitas.
En aquel momento el semanario Time publicó en tapa la cuestión e inició la nota de tapa con las siguientes palabras:
Ver el conflicto y nuestra participación en él como una tragedia sin villanos, crímenes de guerra sin criminales, mentiras sin mentirosos, propone una visión de proceso, funciones y motivos que no sólo es muy equivocada , sino que encubre engaños que han servido para asegurar la sucesión de varios Presidentes.
Han pasado cuarenta años desde aquella postura valiente del Time frente a la guerra de Vietnam hasta esta posición elusiva y justificadora de la presencia norteamericana en Afganistan.
Mismos documentos, mismas denuncias, diferentes posiciones.
La prensa establecida de Estados Unidos ha decidido alinearse detrás del sistema político-económico norteamericano para justificar la invasión, ocupación y sometimiento de las naciones asiáticas de Afganistán e Irak.
Por suerte en este 2010 las noticias y la difusión de medios tiene un escenario absolutamente distinto al de 40 años, y aún con la cerrada postura de los medios tradicionales establecidos, las vías alternativas abiertas a la población para alcanzar la verdad son enormes, y las mentiras, los engaños y los ocultamientos son caminos breves, endebles y condenados a volverse evidentes.
Muy buen articulo Claudio, y también muy bueno lo de Wikileaks, no lo conocía, voy a darle un vistazo.