Se han borrado los límites entre legalidad y crimen, dice el historiador y sociólogo italiano
Elisabetta Piqué para La Nación – 3/2/10
No llevan más coppola y lupara, el tradicional sombrero y el clásico fusil de los mafiosos. No son más simples asesinos o delincuentes que escapan de la justicia. Son empresarios y managers de la nueva economía global, que saben idiomas, llevan laptops y se mueven con lógica empresarial.
Según el historiador y sociólogo Francesco Forgione, ex presidente de la Comisión Parlamentaria Antimafia de Italia, así son los padrinos de las mafias italianas del siglo XXI, que él define como «la otra cara de la globalización».
«La mafia es mafia por su relación con la política y las instituciones», dice Forgione. El es calabrés, de 49 años, autor de Mafia export , un libro recién salido en Italia que, por primera vez, cuenta cómo las tres principales mafias italianas -la Ndranghetta calabresa (hoy la más global y potente), la Cosa Nostra siciliana y la Camorra se han trasnacionalizado.
«La mafia es el único producto made in Italy que no conoce la crisis», dice irónicamente Forgione, periodista y escritor comprometido desde hace años en la lucha contra la criminalidad organizada, que debe moverse con escolta desde hace 15 años.
«Las mafias italianas, por medio de su sistema de empresa, su coparticipación accionaria en sociedades e institutos de crédito y una extraordinaria capacidad de movimientos financieros de un rincón a otro del mundo, han conquistado un lugar protagónico en la globalización», afirma.
¿De qué forma?
Las mafias contribuyen, como si fueran pequeños Estados, en la formación de ese PBI mundial que se alimenta de la denominada economía canalla. Ndranghetta, Camorra y Mafia registran una facturación anual de entre 120 y 180 mil millones de euros. Sólo un 40 o 50% de esta gran masa de riqueza se reinvierte para regenerar las actividades criminales: contrabando, tráfico de droga y armas, pago de «salarios» a los afiliados, asistencia a los arrestados y sus familias; el resto, en mil formas y mil modos, entra en la economía legal.
Usted en su libro menciona a la Argentina…
Desde la Argentina las rutas de la cocaína van hacia las costas africanas, donde hay lugares que se han convertido en verdaderos puertos francos para el arribo y para la partida de la droga hacia el Mediterráneo.
¿Pero hubo un salto cuantitativo de la Argentina?
No. A medida que se determina una forma de represión mayor que el narcotráfico en Colombia o en Brasil, los puntos de partida se corren hacia la Argentina, o viceversa. No hay una regla.
Usted dijo que en la crisis al único made in Italy que no le va mal es a la mafia…
Claro, porque las mafias tienen una cantidad de riqueza líquida, producida sobre todo por el tráfico de cocaína y de droga, en momentos en que la economía es de papel. Por eso hay que estar muy atentos en esta fase de crisis para tratar de entender adónde, también gracias al concurso de algunos bancos, terminan los capitales criminales y los capitales mafiosos.
¿Es decir que también los bancos son un problema?
¡Los bancos son el verdadero problema! El sistema bancario, detrás de la exigencia del secreto en los movimientos de las transacciones financieras, ha representado el instrumento fundamental que las mafias han tenido para reinsertar su dinero en la economía legal.
Usted dice que el mafioso no es más el que tiene la coppola y la lupara…
Claro. No sería pensable esta fuerza económica de las mafias sin la connivencia de un estrato burgués de escribanos, contadores, profesionales, «inmobiliaristas». Esta es la otra cara de las mafias.
¿Y también la relación con los políticos?
Esto es fundamental. Si no hubiera habido una relación con la política y las instituciones, no habríamos tenido mafias, sino formas normales de criminalidad. Se convierten en mafias porque tienen conexiones con el poder político, con el poder económico y con el poder financiero.
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FRANCESCO FORGIONE
Historiador y sociólogo
Edad: 49 años.
Nació en: Calabria, Italia.
Profesor: enseña Historia y Sociología de las Organizaciones Criminales en la Universidad de LAquila.
Vigilado: por el tenor de sus libros (entre ellos, Amigos como antes. Historias de mafia y política en la Segunda República), vive con custodia especial desde hace quince años.