Turismo israelí en Bariloche. Vuelta de página

Uno puede encontrarse en un mediodía tardío en la ciudad de Bariloche tratando de comprar alguna empanada al paso para almorzar, y luego de buscar algún comercio de este tipo como aguja en un pajar encontrar uno muy parecido a tantos que se pueden encontrar en cualquier barrio de Buenos Aires resulta un hallazgo.

Una vez alcanzado el anhelado objetivo cumple tomar entre las manos el tarjetón en el que se describen en detalle las extrañas combinaciones de sabores que pueden existir dentro de un círculo de masa doblada, cerrada y frita para elegir las deseadas; pero al darlo vuelta uno se encuentra con innumerables signos gráficos desconocidos, ilegibles, incomprensibles.

Un detalle de los gustos de empanadas escrito en hebreo.

Uno puede caminar por las calles céntricas de Bariloche y cruzarse con personas hablando los más diversos idiomas, pero como es verano la mayoría de esos extranjeros no hablan portugués, ni inglés, ni francés, sino una poco identificable lengua al oído.

La mayoría de los extranjeros con los cuales uno se cruza en las calles y comercios habla hebreo.

Me llama la atención esta situación y pregunto a familiares y amigos que viven en Bariloche de qué se trata esta peculiar circunstancia, y se me explica que efectivamente en los últimos años hay una corriente creciente de turistas provenientes de Israel, hombres y mujeres jóvenes (un dato que tampoco pasa desapercibido) que de a centenares llegan a la ciudad (especialmente en cada verano). Ante mi pregunta sobre las razones de este curioso flujo turístico la respuesta gira en torno a algún tipo de contraprestación que el Estado de Israel realiza para con sus ciudadanos que acaban de cumplir con el servicio militar.

Recurro luego en Internet para terminar de descifrar este pequeño enigma: al finalizar el servicio militar obligatorio el Estado de Israel le otorga a cada ciudadano (varón o mujer ya que en Israel las mujeres también realizan el servicio militar) la suma aproximada a los 2.000 dólares, que las y los jóvenes utilizan para realizar viajes, especialmente por América Latina y la zona Asia-Pacífico, siendo Argentina uno de los diez destinos más elegidos por cientos de jóvenes con un promedio de edad de 24 años que parten en condición de mochileros para aprovechar el dinero otorgado y los beneficios del cambio monetario,

La Dirección de Turismo de Bariloche estima que el 10% de los turistas extranjeros que anualmente visitan la ciudad son de origen israelí.

Hasta allí solo una situación curiosa que no llamaría la atención en este mundo global si no fuera porque esta meca del turismo juvenil israelí que es Bariloche ha sido históricamente una ciudad signada por el nazismo.

La historia de Bariloche está íntimamente marcada por los inmigrantes alemanes, tanto así que en 1897 comienza la actividad en Bariloche con 14 familias asentadas tras el impulso comercial de un inmigrante alemán. A comienzos del siglo XX Bariloche recibiría una primera oleada inmigratoria de origen alemán, suizo y austríaco, a tal punto que en 1907 se creó la Escuela Argentino-Alemana, germen del actual Instituto Primo Capraro, sobre la cual se izara la bandera nazi de la cruz gamada junto a la bandera argentina en tiempos del liderazgo de Hitler en Alemania.

Pero la afluencia alemana no se detiene en esa primera oleada, sino en una segunda, posterior al final de la Segunda Guerra Mundial, alcanzándose en 1960 a la cantidad de 50.000 alemanes viviendo en Bariloche.

Debemos recordar que la segunda oleada de miles de alemanes que llegan a la Argentina terminada la Segunda Guerra estuvo impulsada por el Vaticano y por el propio gobierno argentino de la época, sirviendo de refugio a una enorme cantidad de militares, científicos y políticos comprometidos con  la Alemania Nazi derrotada. De este entramado económico-político que hizo de la Argentina un destino predilecto de muchos alemanes comprometidos con el régimen nazi hay enorme cantidad de evidencias.

Pero en lo que respecta a Bariloche la colectividad alemana allí radicada estuvo marcada por su adhesión al nazismo no solo durante la guerra sino también a posteriori de ella, tal como lo prueba el caso paradigmático del criminal nazi refugiado en la ciudad Erich Priebke (responsable de la masacre de las Fosas Ardeatinas en Italia) quien fuera un reconocido ciudadano barilochense llegando a ser director de la Asociación  Germano-Argentina y del propio Instituto Primo Capraro, y que en ocasión de su detención para ser extraditado a Italia fue públicamente defendido por buena parte de la comunidad.

Existe un documental llamado “Pacto de Silencio”, realizado por Carlos Echeverría, que recoge la profundidad del vínculo existente entre la ciudad de Bariloche y los vestigios del nazismo.

En mi viaje a Bariloche me llamó la atención encontrar un nodo de turismo israelita en Argentina.

Posiblemente estas y estos jóvenes que acuden cada año a la bella ciudad patagónica a despejarse del estrés militar de una región explosiva, ignoren la historia silenciosa que sus calles esconden y que tanto tiene que ver con sus raíces, dramáticamente vinculados.

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Una Respuesta a “Turismo israelí en Bariloche. Vuelta de página”

  1. facundo dice:

    algunas observaciones: al fin del servicio militar en israel el dinero es un subsidio para pagar la universidad, y solo para eso, si despues de pasado un tiempo no entran en la unversidad, ahi si reciben el efectivo.
    el dinero para el paseo es del trabajo que hacen y ahorran, principalmente.
    Y con respecto a la comunidad alemana, nunca se ha registrado evento alguno de hostilidad de su parte hacia los israelies o hacia los judios que viven ahi. Las relaciones entre las comunidades son correctas.
    Los israelies no ignoran que hay entre los vecinos algunos de pasado vergonzoso.
    En israel es muy comun acuerdos de ciudades hermanas con ciudades alemanas e intercambios de juventud. no olvidamos nunca, pero no debemos trasladar a las presentes generaciones rencores esteriles.