El debate surgido en torno al diseño curricular bonaerense de POLÍTICA Y CIUDADANÍA, la nueva materia del 5° de la Secundaria, increíblemente retrocede el escenario varias décadas al pasado, retomando criterios que uno podía suponer que luego de un cuarto de siglo de atmósfera democrática estaban superados.
Buena parte de los medios de comunicación, o defendiendo intereses de la más rancia tradición o posiciones político-ideológicas opuestas al gobierno de turno, han manifestado cosas tales como que esta materia del secundaria “promueve los escraches” (Radio Mitre), “que es una modalidad nazi que justifica los escraches” (Infobae), “que promueve el odio y la confrontación” (La Nación), “que enseña prácticas fascistas en el aula” (Radio 10), entre otras afirmaciones por el estilo.
Para esta visión educación es igual a contenidos y contenidos es igual a estudio, por lo tanto quien estudia contenidos se educa. Por eso al ver las palabras escraches y pintadas entre los contenidos de Política y Ciudadanía esta visión lineal de la educación ni siquiera supuso que a los contenidos se los debe reflexionar y analizar críticamente, y que es ese y no otro el objetivo de toda educación.
Esta reacción no es nueva, hace 35 años, en 1976, la dictadura militar recién instalada anuló inmediatamente de reiniciadas las clases el dictado de la materia ERSA (Estudio de la Realidad Social Argentina) en las escuelas secundarias, materia que había sido incluida en el curriculum en 1974 por parte del gobierno democráticamente elegido el año anterior para suceder a otra dictadura militar.
Precisamente las razones con las que el gobierno dictatorial del General Videla decidió anular la materia ERSA fue que su dictado promovía el espíritu subversivo en los jóvenes y desmanteló los contenidos y propuestas de ERSA reemplazándola por la paradójica, para un gobierno militar, Formación Cívica, sustituyéndola en 1978 por la aún más paradójica Formación Moral y Cívica.
El pretendido carácter subversivo de ERSA radicaba en que se ocupaba de abordar temáticas sociales en ámbitos tales como la familia, el barrio (ámbito de convivencia solidaria), la escuela, los medios de comunicación, el municipio, la provincia: factor de federalismo y nuestra patria; y en cada uno de estos escenarios los estudiantes debían realizar análisis de los hechos presentes contextualizados.
Recuerdo claramente que mi profesor de ERSA nos hacía llevar en cada clase una carpeta de recortes de prensa con hechos de la realidad que luego eran abordadas para su discusión, en un momento histórico en el que la realidad argentina era un caldero de ideas y de prácticas sociales violentas y no violentas.
Por esa razón esta reacción ultramontana versión siglo XXI contra la materia Política y Ciudadanía, que propone el ANÁLISIS de los hechos de nuestra realidad, y entre esos hechos las prácticas sociales de resistencia como son las huelgas, las marchas, las manifestaciones de protesta de todo tipo, incluidos obviamente los escraches, me hace acordar en mucho a las razones esgrimidas por aquella dictadura que veía como un peligro que los jóvenes se asomasen a reflexionar sobre la realidad.
Aquella dictadura intentó hacer desaparecer la realidad que no condecía con sus deseos, esta posmoderna inquisición ideológica pretende invisibilizar la realidad social que le incomoda y molesta.
Es clara la intención de arrojar de nuevo al cuarto trasero del fin de la historia (Castells dixit) a los marginados, los excluidos, los perseguidos por cualquier causa, las minorías de todo tipo; aquellos que en buena medida utilizando las herramientas de la protesta social se han hecho visibles, suponiendo que si no se ven, no existen; suponiendo que si no forman parte del menú de análisis se disolverán en la nada.
Esos sectores desprotegidos, invisibilizados por décadas, lograron salir de aquel cuarto trasero para instalarse en el living (al menos en la pantalla del living) por medio de los métodos de protesta social. Esos métodos existen, esa realidad existe. ¿Qué sentido tiene negarla?
En ese plano entonces, si esa realidad existe observémosla, analicémosla, reflexionemos sobre ella y saquemos libres conclusiones sobre si los métodos de protesta son buenos, regulares o perversos, correctos o incorrectos, legítimos o ilegítimos; pero no la escondamos. Eso es lo que propone Política y Ciudadanía.
Así como el dictado de materias de educación sexual es perseguida por ciertos sectores con veleidades de poder aduciendo que promueve la lujuria, alimenta los deseos y desencadena torrentes de libido adolescente desatadas; la idea de que Política y Ciudadanía va a convertir a nuestros estudiantes en fuerzas de choque piqueteras, en patotas escrachantes y bandas graffiteras, tiene la misma lógica.
Sería como suponer que analizar el fenómeno terrorista global va a convertir a los estudiantes en chicos-bomba dispuestos a inmolarse en la primera ocasión, o acaso que no sea conveniente estudiar la Revolución Francesa porque en aquel contexto uno puede aprender las ciento un formas de cortar la cabeza del soberano.
Yo no creo que la feroz operación realizada sobre esta materia simplemente intentase cuestionar el análisis de las formas de protesta social. Obviamente lo que ha intentado fue cuestionar a los actores que forman parte de esa protesta social, a cuyos sectores pertenecen buena parte de nuestros jóvenes bonaerenses, a los mismos que la escuela le abre un espacio para reflexionar sobre el tema.
Aquella dictadura llegó a prohibir la circulación de los libros de ERSA, como si allí radicase la fuente del mal, lo mismo hizo con Psicología por ejemplo, y recuerdo como en mi escuela se apilaban sobre un viejo y altísimo armario decenas de libros amarillos de Pichon-Riviere, porque como todo el mundo sabe si no se lee sobre dialéctica la realidad deja de ser dialéctica.
Supongo que en el curso de los próximos meses las lupas de los medios de la inquisición social se focalizarán sobre los textos que comiencen a usarse en Política y Ciudadanía buscando en ellos el germen de todo mal. Porque como todo el mundo sabe, la educación solo está destinada a transmitir contenidos.
Las cazas de brujas siempre se han cocinado al calor del miedo social, sea en dictadura o en democracia. Y seguramente el colectivo más atemorizante para cualquier sociedad históricamente ha sido la juventud. Si adicionamos a esto el mensaje permanente que presenta la protesta social como un acto delictivo y a los sujetos de la protesta como delincuentes tenemos el coctel perfecto.
Aunque finalmente creo que lo único que se persigue con esta ofensiva es evitar que las y los jóvenes piensen por sí mismos, que tengan la posibilidad de desarrollar su potencialidad reflexiva, que se vuelvan autónomos y creativos y que quizás incluso, quienes lleguen libremente a esa conclusión, decidan que hay mas de una forma de ver y pensar las cosas, que ya tenemos suficiente de Pensamiento Único, y que otra realidad es posible.
Acceso al Diseño Curricular de POLÍTICA Y CIUDADANÍA
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