Se fue mi mamá, ya no tendremos su presencia física nuevamente por aquí, que pena enorme.
Escribo sobre ella porque es mi forma de llorar, mis dedos pueden expresar lo que mis ojos solo dejan fluir.
La voy a extrañar de manera perpetua, su ausencia solo deja vacío, un vacío que el único material que acepta recibir es el recuerdo, solo un recuerdo al lado de otro recuerdo es capaz de tejer las paredes de este vacío en mi alma.
No me quedaron cuentas pendientes con mamá, hace unos meses cuando comprendí que comenzaba a transitar el último tramo de su largo camino, me senté frente a ella, le tomé las manos y acariciando su cara pequeña le dije cuánto la amaba, y cuánto la amaba mi hermano y todas las personas que la rodeaban.
Ella comprendió claramente a qué me refería, siempre tuvo la sabiduría de lo simple, y me repitió cuánto nos amaba, y me dijo que nosotros, mi hermano y yo, creíamos que era eterna, y mientras yo no pude contener mi emoción y lloré frente a ella con mis manos entre las suyas durante largos minutos, ella me miró dulcemente y sin que se le cayera una sola lágrima me dijo “Claudito, a mi me gusta vivir, pero estoy lista para cuando quieran venirme a buscar”, y sonrió consoladoramente.
Nunca, ni un minuto, dejó de ser mi mamá.
Solo espero mami que finalmente tu fe te haya llevado a ese mundo de reencuentros y bellas compañías; después de tu larga vida lo tenés merecido.
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