Infantopolítica y Seudopoder

Fotomontajes supuestamente graciosos basados en un humor escatológico y ofensivo, degradante y de dudoso gusto, generalmente dedicados a la exclusiva figura de la presidenta Cristina Kirchner, pueblan las páginas de Facebook de ciudadanos AntiK, que se autocelebran en su ocurrencia replicándose en la red social generando comentarios habitualmente de peor gusto que el montaje mismo.

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Las noticias críticas al kirchnerismo de los diarios opositores online se pueblan de comentarios otra vez agresivos, escatológicos y ofensivos del mismo tenor que los fotomontajes de Facebook.

El principal periodista televisivo del principal medio opositor generador de la agenda de sentido de la oposición política argentina es un showman que navega entre el humor forzado, la liviandad y el periodismo espectáculo. Celebrándose las mediciones de audiencias como si de plebiscito popular se tratara.

La oposición política parlamentaria se queja dramáticamente de que el oficialismo imponga el número de su mayoría en el Congreso, como si fuera posible esperar otra cosa. Lo inverso sería digno de un simposio de psicología.

Datos que evidencian la fuerte presencia de la infantopolítica.

La infantopolítica es el estado infantil de la política, la que confunde hacer chistes de oficina con hacer política, la que entiende que el insulto en el comentario de un medio de comunicación convierte a su autor en un referente político, la que supone que enhebrar denuncias de reales o supuestos episodios de corrupción es generar un discurso político, la que confunde puntos de rating con votos, o la que considera que una política ética es ceder poder al adversario.

Cualquiera de estas prácticas son divertimentos infantiles que lejos están de la práctica política.

La práctica política construye poder en la calle, en las ideas, en los proyectos, y hasta en el silencio.

Insistir en la idea de que un político se construye en un laboratorio de marketing, nunca diciendo nada aun que hable mucho y declarándose de tan bueno cercano a la santidad es una muestra de infantilismo político.

jorge_lanata_17169Suponer que la oposición política se construye a fuerza de denuncias espectaculares es reiterar los viejos errores de los años 90 cuando por debajo del encandilamiento de las luces de los fuegos artificiales de las denuncias, los chistes y la subestimación, el país era transformado de raíz a favor de los intereses de muy pocos mientras comenzaba su peor derrumbe de la historia.

En los 90 mientras la infantopolítica celebraba el estallido de los fuegos artificiales de la Ferrari, la pista de Anillaco y los viajes a la estratósfera, la política real, la de las ideas y la acción, entregaba el país en el formato del neoliberalismo.

Es la misma infantopolítica la que construyó la idea de que De la Rua era un estadista.

La oposición AntiK (la mediática, cacerolera o política), cultores de la infantopolítica, deliran orgásmicamente ante cada estallido del fuego artificial de la denuncia o cada chiste viralizado en la red, mientras la política oficial no cesa de acumular poder real y tomar la iniciativa.

El rasgo más infantil de la infantopolítica es la de insistir caprichosamente en el error, aún cuando la realidad demuestre una y otra vez sus limitaciones.

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