La reciente elección presidencial de Estados Unidos permitió observar una serie de curiosas coincidencias entre el discurso opositor al presidente Obama y el discurso opositor en la Argentina.
Salvando las distancias de la dimensión de cada contexto, del mismo modo que el kirchnerismo llegó al poder luego de la fenomenal crisis argentina de comienzos de siglo, Obama llega al poder en 2008 en un país en pleno declive económico producto de la mayor crisis financiera desde 1930, atascado en dos guerras en Asia y desnudado en su deuda social luego del huracán Katrina.
Obama llegó al gobierno bajo el lema “Nosotros Podemos”, nosotros, todos, la sociedad, y para poner en acto sus promesas de campaña puso en marcha una fuerte batería de medidas para atacar la cuestión económica y social.
Luego de atravesar su primer período de gobierno la nación norteamericana está dividida entre una mitad que cree que hacen el esfuerzo por la otra mitad que goza de los beneficios sin esforzarse. Algo parecido sucede en Argentina.
Por eso Micht Romney basó su campaña en dos ideas “reducir el tamaño del gobierno y reducir los impuestos”, intentando captar a esa primera mitad que cree que ellos pagan impuestos para sostener mediante las políticas de un estado engorado para beneficiar a una masa de marginales.
En un artículo publicado por la prestigiosa revista The Nation, el periodista Ari Melber, describe cómo la oposición republicana encabezada por el candidato Romney se ocupó de atacar lo que llamaron “medidas populistas en una serie de mercados como el de seguros de salud, los automóviles, la banca y las pequeñas empresas” a través del aporte del Estado federal. “En cada caso, los republicanos respondieron con el mismo argumento: el gobierno era demasiado grande, costoso e incompetente para estas tareas.”
Del mismo modo nuestra oposición en Argentina manifiesta similares posturas frente a la utilización de los recursos del Estado para políticas sociales en beneficio de los que menos tienen.
Incluso Romney anunció en campaña que su primera decisión legislativa sería revocar la trabajosa Ley de Seguro de Salud de Obama, para regresar la medicina a las exclusivas manos privadas.
El centro del discurso opositor puso especial énfasis en los llamados «takers». ¿Qué es un taker? Con este término se denomina, en Estados Unidos, a la población que por su condición económica depende para vivir de la ayuda del Estado. Inclusive los discursos de los más duros republicanos “cuestionaron la obligación de que los hospitales brinden atención de emergencia a la población pobre”.
En la campaña 2012 los republicanos han dividido a la sociedad en makers y takers, literalmente hacedores y ladrones. Los makers son los creadores de trabajo y los trabajadores, mientras que los takers son parásitos dependientes del gobierno, el 47% de los estadounidenses que no pagan impuestos a las ganancias.
El propio Romney lo dejó en claro en una reunión privada (filtrada en la web) previo a las elecciones donde afirmó que los votantes de Obama “Son ese 47% que se consideran que tienen derecho a la atención médica, a la comida, a la vivienda, lo que sea (…) que piensan que son víctimas y que además creen que el Gobierno tiene la responsabilidad de cuidar de ellos (…) pese a que no pagan impuestos”.
Incluso el candidato a vicepresidente del Partido Republicano, Paul Ryan, fue más allá sosteniendo que “el 60% de los norteamericanos reciben más beneficios del gobierno que lo que aportan en impuestos”.
Por otra parte del mismo modo que en Argentina, la oposición republicana al gobierno de Obama se expresó en el Congreso mediante la estrategia del obstruccionismo (cuenta con mayoría en el Senado), alcanzando, según Melber, “niveles récord de obstrucción legislativa”, colocándole un techo al endeudamiento del Estado o judicializando las políticas del Poder Ejecutivo, como en Argentina.
Durante cuatro años la oposición republicana realizó “una cruzada contra el gobierno”, a través de protestas callejeras contra el gasto, “y luego en los medios, con un récords en publicidad insistiendo en que el gobierno de Obama estaba fuera de control”. ¿Suena conocido no?
Uno de los estados norteamericanos donde se realizó el mayor esfuerzo político en la campaña fue el de Ohio, donde el gobierno de Obama puso en marcha una activa política de recuperación de la industria automotriz, prácticamente quebrada, con el aporte de fondos estatales.
A las políticas públicas de Obama destinadas a la recuperación de los sectores más deprimidos de la sociedad y golpeados por la crisis, los republicanos respondieron con “el más frío y concentrado tono de individualismo egoísta desde Barry Goldwater[1] (…) diciendo que el gobierno no debe ayudar y que la gente tiene que hacerlo por su cuenta”. La respuesta de Obama fue: «estamos todos juntos en esto».
Igual que en Argentina la oposición norteamericana se afirma en ideas que acentúan el individualismo, el abandono de la solidaridad, y apuntan a que la parte de la población menos favorecida por la economía y que requiere ser asistida por políticas estatales son vagos y parásitos, takers que el estado auxilia usando para ellos los dineros que aporta la parte más favorecida de la sociedad.
Curiosas coincidencias en dos sociedades, la norteamericana y la argentina, divididas sobre valores fundamentales, con gobiernos dirigidos a aumentar la presión impositiva de los que más tienen para realizar políticas sociales para los que menos tienen, monetariamente expansivos, y frente a ellos la mitad de la población refractaria a esa política que consideran injusta por estar destinada a favorecer a quienes entienden que no lo merecen.
[1] Barry Goldwater fue candidato republicano en 1964, derrotado por el demócrata Lyndon Johnson. Uno de los políticos republicanos con ideas de derecha más extrema.