Cuando en enero de este año se produjo el ataque terrorista a la revista Charlie Hebdo las fuerzas policiales francesas mataron a los tres atacantes, los tres eran jóvenes de alrededor de 30 años, los tres eran franceses de nacimiento, los tres eran hijos de inmigrantes magrebíes.
Luego de los atentados de París de anteayer solo ha sido identificado uno de los terroristas atacantes, se trata de un joven francés de 29 años hijo de inmigrantes magrebíes.
El Magreb es la zona del norte de África colonizada a sangre y fuego por los franceses hasta bien entrado el siglo XX. Luego de la descolonización muchos tunecinos, argelinos y marroquíes cruzaron el Mediterráneo para instalarse en Francia y de esta oleada migratoria ha surgido una generación nacida en la década del 80 en Francia y criada en los consabidos años 90, franceses ellos, educados en escuelas francesas, influenciados por los medios de comunicación franceses e inmersos dentro del espacio socioeconómico subordinado que Francia reserva para los hijos de los inmigrantes.
Los que mataron a 12 personas en enero y a más de 120 personas ahora son franceses, nacidos y criados en el país de la Igualdad, la Fraternidad y la Libertad, tres conceptos que evidentemente para esa generación de franceses son solo palabras huecas.
Además de mirar la geopolítica global y la conflictividad religiosa islámica, Francia debiera mirarse hacia adentro y revisar por qué razón su país es una incubadora de personas dispuestas a matar a compatriotas.
Porque sin lugar a dudas Francia está haciendo algo mal.