El triunfo del nuevo alcalde demócrata de New York es un fenómeno que merece análisis, ya que en enero su intención de voto no superaba el 1%. Su apoyo provino principalmente de los jóvenes y de los barrios más diversos de la ciudad, de población negra, asiática e hispana
La noticia de que el socialista demócrata Zohran Mamdani ganó este martes las elecciones para la alcaldía de Nueva York me ha regalado una renovada sensación de esperanza, en el sentido que nos propone el filósofo Byung-Chul Han. Este, reciente ganador del Premio Princesa de Asturias nos invita, en su libro El espíritu de la esperanza, a pensar y actuar desde la convicción de que el futuro no está determinado ni escrito, sino que está por construir.
Según Han, la esperanza es un antídoto contra el pesimismo, pero advierte que no debe confundirse con una actitud optimista. El optimista, dice, está convencido de que las cosas acabarán saliendo bien; vive en un tiempo cerrado. En cambio, la esperanza supone un movimiento de búsqueda constante. Es un intento de encontrar asidero y rumbo, pues tanto el optimismo como el pesimismo nos paralizan ante las posibilidades que el futuro ofrece.
Siguiendo a Han, la esperanza se construye a través de varios elementos. El primer eje de la esperanza es la libertad para cuestionar el presente y abrirse a nuevas posibilidades, lo que constituye la base del activismo. Quien actúa en nombre de la esperanza “sale al encuentro de lo esperado, incluyéndose a sí mismo en la esperanza”. Como señala Han, “no existe revolución del miedo. Quien tiene miedo se somete al poder”. En este sentido, la esperanza es una respuesta contra el aislamiento que provoca el miedo, así como contra un optimismo pasivo que nos lleva a aceptar lo que hay sin ambición de transformación.
El segundo de ellos es la narrativa, ya que necesitamos imaginarnos una historia que dé sentido al futuro. “Sin ideas, sin un horizonte de sentido, la vida se reduce a la supervivencia o, como ocurre hoy en día, a la inmanencia del consumo. Los consumidores no tienen esperanza. De hecho, la palabra ”esperanza“ no pertenece al vocabulario capitalista, pues quien tiene esperanza no es simplemente un consumidor”. La esperanza es una predisposición hacia el futuro, en la que el horizonte se construye por la capacidad humana de imaginar y creer en lo que aún no es.
El tercer pilar de la esperanza es la comunidad. Es el “nosotros” lo que inspira y sostiene la revolución, la historia de un futuro compartido, de forma que no nos concebimos como individuos, si no como personas, por lo que la esperanza está emparentada con la fe y el amor: las “tres bellas hermanas”, , “quien tiene esperanza, ama o cree, se entrega al otro y trasciende la inmanencia del yo”.
Toda esta teoría, en mi opinión, se refleja en la victoria de Zohran Mamdani. Él encarna características que rompen con el perfil tradicional de los líderes políticos occidentales: es joven (tiene 34 años), musulmán y surasiático. Nació en Kampala, Uganda, creció en Sudáfrica y se trasladó a los Estados Unidos por motivos laborales de sus padres. Su madre, Mira Nair, es una directora de cine india nominada al Oscar, y su padre, Mahmoud Mamdani, es profesor de asuntos internacionales y antropología en la Universidad de Columbia.
Mamdani ha sido elegido por más de un millón de neoyorkinos (más del 50% de los votos), derrotando a Andrew Cuomo (41%), otro demócrata que se presentó como independiente tras perder en las primarias, y a un candidato republicano que apenas obtuvo un 7%. Su triunfo es un fenómeno que merece análisis, ya que en enero su intención de voto no superaba el 1%. Una de las claves de su éxito fue probablemente su capacidad para conectar con la gente a través de métodos innovadores, como la organización de búsquedas del tesoro y torneos de fútbol.
El apoyo de Mamdani provino principalmente de los jóvenes, con una mayor proporción de hombres que de mujeres, y de los barrios más diversos de la ciudad, en su mayoría de población negra, asiática e hispana. En cambio, Cuomo fue más popular entre los residentes blancos y las mujeres. Lo sorprendente es que la renta no parece haber sido un factor decisivo: Mamdani obtuvo un 44% de los votos entre los neoyorkinos con ingresos bajos (menos de 50.000 dólares), un 36% entre los de ingresos medios y hasta un 48% entre aquellos con ingresos más altos (más de 100.000 dólares).
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Las propuestas clave de Mamdani se han centrado en mejorar las condiciones de vida de la gente común. Su campaña se ha enfocado en hacer que Nueva York sea “asequible”, con tres propuestas principales: congelar los alquileres, ofrecer autobuses gratuitos y poner a disposición guarderías gratis.
La victoria de Mamdani alimenta mi esperanza por tres razones fundamentales: la juventud como fuente de inspiración, el poder de la democracia como mecanismo de decisiones políticas, y la convivencia de personas con religiones, razas, origines diferentes, con un discurso de comunidad muy alejado del discurso rancio de nación de Trump. Estos son los motores del cambio. Esta noticia revigoriza la idea de “imaginación al poder” y nos recuerda que la esperanza es la compañera de la utopía. Como dijo el poeta y cineasta argentino Fernando Birri, citado por Eduardo Galeano: “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para avanzar”.
El Diario.es – 9 de noviembre de 2025