En una reciente conferencia sobre las particularidades de nuestro siglo XXI el sociólogo Manuel Castells antes de avanzar con ejemplos estadísticos que sustentaran sus argumentaciones dijo “estas estadísticas sirven para todo el mundo menos para los países escandinavos… en verdad tomen todo lo que voy a decir y agreguenle en todos los casos “menos para los países escandinavos” así me ahorro de repetirlo todo el tiempo”.
Es que Finlandia, Suecia y Noruega son sociedades que han logrado tomar un camino propio a la hora de la resolución de los interrogantes que se le presentan a todas las sociedad del mundo, lo cual indica un factor de análisis interesante: en la mayoría de los casos no es una cuestión de recursos.
El caso de la crisis educativa que afecta a todas las sociedades del mundo (centrales o periféricas, da igual) es otro ejemplo más, sirve como afirmación general “menos para las sociedades escandinavas”.
En el día de hoy dos diarios españoles dejan en claro que los caminos para resolver la crisis educativa son caminos que tienen que ver con exploraciones tendientes a conciliar la escuela con la cultura mutante y transformadora de nuestro siglo, y que la solución anhelada no es una cuestión de recursos (o bien, además de ser una cuestión de recursos), es una cuestión de acertar el camino que inevitablemente debe desembocar en un drástico cambio de lo que tradicionalmente entendemos por “escuela”, por “alumno” y por “educación”.
En el primero de los diarios (El Mundo) la noticia es de qué manera Finlandia está explorando cambios educativos tendientes a lograr adaptar la educación y la escuela a la nueva cultura del siglo XXI (digámoslo de una vez, Cultura Posmoderna, con perdón de los espíritus sensibles y nostálgicos).
Las novedades educativas combinan zonas de juegos, computadoras y educación tradicional, así como multitarea, educación en conjunto y evaluación de proceso.
El segundo de los diarios (ABC de Sevilla) nos muestra una realidad que desde el corazón de la Europa opulenta puede trasladarse sin inconvenientes a cualquier ciudad latinoamericana: un litigio porque una madre agredió verbalmente a una docente, y la leve sanción judicial que recibió la agresora.
Parecen dos mundos, pero es uno solo; ambos han registrado que el problema educativo es un problema cultural, un problema de inadecuación de las tradicionales prácticas escolares a los nuevos formatos culturales, pero mientras uno insiste tercamente en acomodar la cultura a la tradicional escuela, el otro trabaja decididamente para insertar la escuela en la nueva cultura.
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