El Neoliberalismo, un relato eufemístico

El eufemismo es una práctica literaria muy difundida, definida por la RAE como “manifestación  suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante”.

eufemismo1-121211100559-phpapp02-thumbnail-4La política siempre hizo uso de recursos literarios, pero tradicionalmente su recurso predilecto fue la metáfora, una herramienta literaria refinada que a diferencia del eufemismo, que tiene como objetivo maquillar la realidad, su objetivo es transmitirla con la mayor claridad.

Uno de los padres de la ciencia política imagino una sólida metáfora para hace referencia al Estado, al que llamó Leviathan, ese monstruo al que los ciudadanos debían temer;  también Carlos Marx era muy dado a las metáforas políticas como la que dedica a los revolucionarios parisinos a los que describe queriendo tomar “el cielo por asalto”;  o la que pronunciara Winston Churchill cuando en una conferencia en 1946 describe como sobre Europa caía una “cortina de hierro” en referencia a la división que se establecía entre el occidente liberal y el oriente soviético,

A diferencia de la metáfora cuyo objetivo es hacer más comprensible el hecho, el eufemismo tiene como meta lo contrario, ocultarlo, disfrazarlo con ropajes más aceptables. Y la política neoliberal desde los años 80 ha hecho uso y abuso del eufemismo a partir de aquel inaugural del gobierno norteamericano que llamó “daños colaterales” al asesinato de civiles en acciones destinadas a eliminar un objetivo militar.

El nuevo gobierno neoliberal  de la Argentina presidido por sinceraMauricio Macri ha hecho del eufemismo el elemento troncal de su discurso en el intento por diluir mediante la palabra el duro efecto que sus medidas generan en la mayor parte de la población, sobretodo en la parte más vulnerable.

Para eso ha recurrido a eufemismos para edulcorar cada una de sus medidas anti populares: llamó «sinceramiento de la economía» al ajuste recesivo, “acomodamiento de precios relativos” a la espiral inflacionaria, “deslizamiento tarifario” al brutal aumento de las tarifas de servicios públicos, “modernización del Estado” a la ola de despidos de empleados públicos, “empleo de calidad” al trabajo asalariado no estatal sea cual sea su remuneración o circunstancia.

Pero últimamente el neoliberalismo global ha incorporado nuevos eufemismos, unos que podríamos llamar 2.0, el eufemismo del eufemismo.

En los 90 se acuñó el concepto “flexibilización laboral” para referirse a nuevas prácticas que remedaban viejas formas de explotación de trabajadores como horarios superiores a las 8 horas, trabajo de sábados y domingos y diversas formas de precarizacion laboral. Como el eufemismo “flexibilidad” luego de dos décadas de aplicarse se contaminó de todas las valorizaciones negativas del concepto explotación que debía ocultar y por ende dejó de ser un eufemismo, aparece ahora uno de segunda generación destinado a sustituir al anterior ya desgastado, se trata de llamar “atomización laboral” a este proceso de debilitamiento de los derechos del trabajador.

Del mismo modo, cuando la desigualdad, la gran bestia negra  de la globalización neoliberal, se escapa de su exilio conceptual, el neoliberalismo inventa un eufemismo para el caso, y la desigualdad injusta, perversa e inocultable que su política genera es sustituida por el amable eufemismo de “dispersión de ingresos”.

imagesLas palabras son las herramientas con las cuales se edifica la realidad, y cuando esas palabras surgen desde el poder la consecuencia es la construcción de un relato hegemónico destinado a ser apropiado por el conjunto de la sociedad con las diversas mediaciones que operan en su desarrollo, esencialmente la de los medios de comunicación.

Cuando esos eufemismos comienzan a suplantar en el habla cotidiana a los procesos que pretenden ocultar es que el relato hegemónico está tomando forma, la argamasa se solidifica, el común de las personas se lo apropia, el relato triunfa.

Escuchar a gente común, incluso personas sin afinidad ideológica con el gobierno, repetir la palabra “sinceramiento” como anticipo de la descripción de cualquier acción del gobierno de Macri nos pone frente a esta evidencia de que el relato macrista comienza a tomar consistencia, a falta de ideas, a golpes de eufemismos.