En una crucial elección se enfrentan en Gran Bretaña nuevamente dos modelos después de más de 30 años de rancio neoliberalismo, con un paréntesis de neoliberalismo con fragancia a Tercera Vía.
El Pensamiento Único alumbrado por Margaret Thatcher a comienzo de los 80 se retira por un momento de la escena y regresa el debate sobre un modelo político y económico neoliberal dominante, y sus consecuencias, frente a la nueva opción de un proyecto de bienestar que enfrente y resuelva los tremendos resultados sociales que dejan las políticas neoliberales. Se enfrentan en las urnas el partido Conservador gobernante y el Laborismo que se renueva volviendo a las fuentes; y se enfrentan dos grupos de edad claramente marcados: los jóvenes y el resto.
Precisamente el Laborismo, conocedor de que el nudo de los votantes conservadores se encuentra entre la gente por encima de los 40 años, presenta un spot en el que pide a los jóvenes que hablen con sus padres y abuelos para que voten por ellos, pensando en ellos, en su futuro trabajo, en la defensa de sus derechos, en su posibilidad de estudiar, en su posibilidad de acceder a una vivienda.
En tiempos de grietas a nivel global la grieta británica se marca por la edad, los jóvenes de hasta 30 años votan marcadamente distinto que a partir de los 40. Y aquellos a quienes impacta directamente en sus vidas y proyectos el neoliberalismo en acción van por un cambio.
El Laborismo opositor en plena era del Yo les pide a los ciudadanos que a la hora de votar lo hagan pensando en otro.
Si eso no es un cambio díganme cuál es el cambio.